El verano, una de las estaciones favoritas del año y también una de las más deseadas por todos. Está comprobado que cuando llega la época estival todos nos sentimos más alegres y también más vitales. En verano a uno le gusta relajarse, desconectar del estrés y dedicar más tiempo a su familia y amigos y, sobre todo, disfrutar de las merecidads vacaciones que parece que nunca van a llegar. Hay mucha gente que aprovecha estos meses para realizar alguna escapada y perderse durante un tiempo en cualquier lugar del mundo. Otros deciden aterrizar en España y pasar un verano muy diferente de al que suelen estar acostumbrados, dejar atrás las cálidas arenas del Sahara, su mágico cielo estrellado y esos penetratntes ojos negros de sus habitantes.
Ésta es la historia de Mariam, una preciosa niña argelina de nueve años que viene a pasar, por segundo año consecutivo, los tres meses de verano con sus familia adoptiva de Cieza, Jose Semitiel y Josefa Martínez junto con sus dos hijos. El mismo Jose, o "Chusco" como le llama cariñosamente ella, fue el que tuvo la acertada idea de cobijar a esta niña que ya la consideran parte de la familia y a la que le han cogido mucho cariño. Cuenta el ciezano que un día vio en un periódico digital un anuncio sobre una organización llamada Vacaciones en Paz, cuya labor principal es acoger a centenares de niños saharauis con el fin proporcionales una estancia agradable conviviendo una familia española y evitarles así los calurosos veranos del Sáhara donde alcanzan los cincuenta grados fácilmente : "El primer año que la recibimos, estábamos mi familia y yo muy nerviosos, toda la noche sin dormir pendientes de si nos llamaban o no".
Jose y Josefa recuerdan con cariño el primer verano que pasaron con ella y todas las experiencias que vivieron juntos: "Lo primero que hicimos fue llevarla a l río porque nunca lo había visto". En Murcia este año han llegado alrededor de 160 niños saharauis y en Cieza no más de diez. Todos vienen mentalizados de que van a pasar un verano España pero tampoco olvidan sus costumbres. Cuando vienen aquí desconectan un poco del caluroso desierto y se relacionan con otros niños que no son de su entorno y con una cultura muy distinta, aprenden sin darse cuenta y se abren a otro mundo que desconcían.
La niña venía desaseada y hasta arriba de arena, con una mochila pequeñita que contenía regalos y comida para el viaje. Andaba algo tímida y asustada, pero no tardó en adaptarse y al día siguiente ya se encontraba como en casa. Una niña muy espabilada que ha aprendido el español muy rápido y ha ganado el corazón de esta familia con su simpatía y dulzura. Eso sí, su genio también lo tiene y cuando le toca sacar su chulería o luchar por algo que quiere lo hace sin ninguna vacilación, como expliaca la familida adoptiva: "Allí no están acostumbrados a tenerlo todo y cuando tienen algo en su poder no lo sueltan porque saben lo que les ha costado conseguirlo, se nota la necesidad que tiene de luchar por las cosas. Ella está mucho más preparada para la supervivencia que mis propios hijos". Aunque, con esa chulería que adoptaba y mezcla de inocencia, no dejaba de sorprenderse con cualquier cosa que veía: "La primera vez que vió los edificios nos dijo qué cómo podíamos vivir uno encima del otro. También le chocaba mucho ver un grifo de agua, las escaleras mecánicas le daban mucho miedo y cada vez que ve un helicóptero o un policía se esconde" contaba la familia.
Otra de las anécotas más divertidas que recuerdan es cuando la llevaron al zoológico y lo mal que lo pasó Mariam cuando vio por primera vez en su vida una jirafa o una avestruz, no quería acercarse y chillaba desesperada: "Aquello nos hizo mucha gracia, ella sólo conoce las cabras, los camellos, el perro, el burro, la culebra, el lagarto y poco más".
Josefa y Jose están deseando hacer un viaje al Sáhara para conocer a su familia y sus costumbres y también ayudarles en todo lo que puedan, ya que no sólo ayudan a una persona, sino a toda una familia: "Hay que ir psicológicamente preparado. No es un viaje de placer, te vas con un maletón y te vuelves sin maleta".
Mariam es muy feliz donde vive, está deseando ver a los suyos de nuevo y a todos su hermanos. Esto demuestra que allí los niños son muy alegres y que no necesitan grandes lujos para para ser todavía más felices ya que no han conocido más que lo que ven en el desierto. Jose está de acuerdo con ello: "Los niños aquí no vienena buscar cariño porque el cariño ya lo tienen en casa. Lo que les falta es alimento, asistencia médica, tener una casa en condiciones. Lo básico. Muchos niños viene por el tema de las vacunas o para curase aquí en España". En el caso de Mariam, ahora que se encuentra en España, está perfectamente sana y salta a la vista la vitalidad que tiene, lo único que echa de menos es el amor de un padre que en El Sáhara no tiene ya que allí los hombres son más independientes y apenas tienen trato con sus hijos, especialmente con las niñas: "Conmigo se vuelve loca y cada vez que me ve llegar me da besos y abrazos. Se nota que le falta el cariño de un padre".
A Josefa le encantaría que esta divertida y dulce niña se quedara este invierno con ellos para que pudiera estudiar en un colegio con mejores condiciones que el suyo del Sáhara. Por el momento, tendrán que esperar. Sin embargo, toda la familia se queda la satifacción de ver a Mariam feliz y alegre, que vuelve sana a su país y sobre todo son conscientes de la buena labor que hacen: "Nos encanta ver la cara de satisfacción cuando le damos cosas y vemos que disfruta, que sonríe, nos gusta mucho sorprenderla. Ahora mismo ella no es consciente, pero cuando cumpla treinta años estamos seguros que se acordará de todos nosotros".